Con Bonilla, ¿Cuál es la perspectiva económica para BC?
Estrategia$
Jueves, 31 de Octubre de 2019
Este primero de noviembre, en medio de críticas y una serie de impugnaciones pendientes de resolver por parte de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) en cuanto a la duración del periodo de mandato, Jaime Bonilla Valdez tomará posesión como Gobernador Constitucional de Baja California. Lo más probable es que sepamos hasta el año entrante si el cargo lo ocupará por dos o cinco años.
La llegada al poder de quien fue postulado por la coalición Juntos Haremos Historia, marcará el fin de 30 años de hegemonía política del Partido Acción Nacional (PAN) en la entidad. Y será motivo de celebración de todos aquellos que apoyaron a Morena. No obstante, no puede soslayarse el hecho que las condiciones en que recibe la administración estatal distan de ser las mejores, pues Francisco Vega de la Madrid le hereda unas finanzas públicas en quiebra. El proceso de solución a esta grave condición no será cosa fácil ni expedita. Con ello, el gobernante entrante pronto se enfrentará a un choque entre la realidad que impera y el optimismo que le invade.
Recientemente el secretario de Hacienda y Crédito Público, Arturo Herrera, reconoció que la desaceleración de la economía nacional lo mantiene despierto por las noches, pues requerirá de mayor apoyo gubernamental para salir del estancamiento. En concordancia a este posicionamiento, no es aventurado pensar que Bonilla sufrirá pesadillas.
La economía de Baja California, al igual que el resto del país, empezó a desacelerarse a partir de 2016. Si bien no se acerca a los niveles de estancamiento que muestra el PIB nacional, el ritmo de caída que observó en dicho periodo fue mayor. Así, la tasa de crecimiento del PIB pasó de 6.9% en 2015 a 4.4% el año siguiente, a 3.2% en 2017 y a 2.4% en 2018. Para este año, el escenario es de una expansión comprendida en un rango de 0.8 a 1.5%, para un puntual de 1.2%. Y es que la mayoría de los indicadores económicos estatales muestran tendencia a la baja.
El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) informó que el Indicador Trimestral de la Actividad Económica Estatal (ITAEE) en el primer semestre del año tuvo un promedio anualizado de tan sólo 1.8%. Dado el comportamiento a la baja que muestran la mayoría de los indicadores, es casi seguro que el resultado final será inferior para situarse en línea con la previsión puntual.
En apoyo a la consideración anterior, es menester señalar que la tasa de crecimiento del ITAEE en el segundo trimestre respecto al primero tuvo un comportamiento negativo, de -0.9%. Al mes de septiembre, en términos anualizados apenas se habían creado poco más de 20 mil empleos formales. En igual periodo de 2018, ya se tenían casi 38 mil plazas. La inversión extranjera directa (IED) en el primer trimestre fue de sólo 412 millones de dólares, la más baja para igual periodo desde 2015. De mantenerse la misma tendencia para el resto del año, podríamos ver una caída comprendida entre 20 y 30% respecto a la obtenida en 2018.
En el Paquete Económico 2020 el gobierno federal estimó que la economía nacional crecerá en un rango de 1.5 a 2.5%, para un puntual de 2.0%. A la fecha, la mayoría de los organismos financieros internacionales, las calificadoras y los analistas privados han hecho ajustes a la baja. Así, prevén un crecimiento comprendido en un rango de 1.2 a 1.5%, siempre y cuando no se presenten condiciones externas adversas.
Existe preocupación fundada por los efectos que pueden traer el Brexit y la continuación de la guerra comercial de EU contra China, Europa y otros países asiáticos, no sólo en el crecimiento global sino en la propia economía norteamericana. Respecto a ésta, las proyecciones más conservadoras estiman que tendrá un desempeño menor al de 2019, de 0.3 a 0.6 puntos porcentuales. Sin embargo, no falta quienes piensan que podría presentarse un escenario más desfavorable hacia la segunda mitad del año, de tal manera que el país cayera en recesión. Los menos pesimistas piensan que ello puede ocurrir en 2021.
Dada la dependencia económica de nuestro país con EU, la incertidumbre sobre su desempeño será factor determinante no sólo tratándose del comportamiento de IED sino de la inversión privada nacional. Y esta condición seguirá afectando de manera particular a BC, aun cuando se ratifique el T-MEC.
Las políticas que adopte en los próximos meses el gobierno del Presidente Andrés Manuel López Obrador será factor primordial para apuntalar la confianza de inversionistas y consumidores. El gobierno de Bonilla puede abonar o restar a ello. Lamentablemente, a la fecha representa una incógnita. Más, cuando los recursos de inversión Identificados en el Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF) 2020 para el Estado que reporta el Centro de Estudios de las Finanzas Públicas (CEFP), muestra una caída considerable al contemplar únicamente 453 millones de pesos para el próximo año, una contracción de poco más de 92% al compararse con lo aprobado en 2019 (5.6 mil millones de pesos).
En este entorno, la perspectiva económica para BC no es halagüeña. A menos que el gobierno federal autorice recursos extraordinarios para proyectos de inversión en infraestructura y saneamiento de las finanzas públicas, lo más que se puede esperar es un resultado similar al que se obtenga este año. Mientras, crucemos los dedos para que EU “no sufra otro catarrito”.
Jueves, 31 de Octubre de 2019
Este primero de noviembre, en medio de críticas y una serie de impugnaciones pendientes de resolver por parte de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) en cuanto a la duración del periodo de mandato, Jaime Bonilla Valdez tomará posesión como Gobernador Constitucional de Baja California. Lo más probable es que sepamos hasta el año entrante si el cargo lo ocupará por dos o cinco años.
La llegada al poder de quien fue postulado por la coalición Juntos Haremos Historia, marcará el fin de 30 años de hegemonía política del Partido Acción Nacional (PAN) en la entidad. Y será motivo de celebración de todos aquellos que apoyaron a Morena. No obstante, no puede soslayarse el hecho que las condiciones en que recibe la administración estatal distan de ser las mejores, pues Francisco Vega de la Madrid le hereda unas finanzas públicas en quiebra. El proceso de solución a esta grave condición no será cosa fácil ni expedita. Con ello, el gobernante entrante pronto se enfrentará a un choque entre la realidad que impera y el optimismo que le invade.
Recientemente el secretario de Hacienda y Crédito Público, Arturo Herrera, reconoció que la desaceleración de la economía nacional lo mantiene despierto por las noches, pues requerirá de mayor apoyo gubernamental para salir del estancamiento. En concordancia a este posicionamiento, no es aventurado pensar que Bonilla sufrirá pesadillas.
La economía de Baja California, al igual que el resto del país, empezó a desacelerarse a partir de 2016. Si bien no se acerca a los niveles de estancamiento que muestra el PIB nacional, el ritmo de caída que observó en dicho periodo fue mayor. Así, la tasa de crecimiento del PIB pasó de 6.9% en 2015 a 4.4% el año siguiente, a 3.2% en 2017 y a 2.4% en 2018. Para este año, el escenario es de una expansión comprendida en un rango de 0.8 a 1.5%, para un puntual de 1.2%. Y es que la mayoría de los indicadores económicos estatales muestran tendencia a la baja.
El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) informó que el Indicador Trimestral de la Actividad Económica Estatal (ITAEE) en el primer semestre del año tuvo un promedio anualizado de tan sólo 1.8%. Dado el comportamiento a la baja que muestran la mayoría de los indicadores, es casi seguro que el resultado final será inferior para situarse en línea con la previsión puntual.
En apoyo a la consideración anterior, es menester señalar que la tasa de crecimiento del ITAEE en el segundo trimestre respecto al primero tuvo un comportamiento negativo, de -0.9%. Al mes de septiembre, en términos anualizados apenas se habían creado poco más de 20 mil empleos formales. En igual periodo de 2018, ya se tenían casi 38 mil plazas. La inversión extranjera directa (IED) en el primer trimestre fue de sólo 412 millones de dólares, la más baja para igual periodo desde 2015. De mantenerse la misma tendencia para el resto del año, podríamos ver una caída comprendida entre 20 y 30% respecto a la obtenida en 2018.
En el Paquete Económico 2020 el gobierno federal estimó que la economía nacional crecerá en un rango de 1.5 a 2.5%, para un puntual de 2.0%. A la fecha, la mayoría de los organismos financieros internacionales, las calificadoras y los analistas privados han hecho ajustes a la baja. Así, prevén un crecimiento comprendido en un rango de 1.2 a 1.5%, siempre y cuando no se presenten condiciones externas adversas.
Existe preocupación fundada por los efectos que pueden traer el Brexit y la continuación de la guerra comercial de EU contra China, Europa y otros países asiáticos, no sólo en el crecimiento global sino en la propia economía norteamericana. Respecto a ésta, las proyecciones más conservadoras estiman que tendrá un desempeño menor al de 2019, de 0.3 a 0.6 puntos porcentuales. Sin embargo, no falta quienes piensan que podría presentarse un escenario más desfavorable hacia la segunda mitad del año, de tal manera que el país cayera en recesión. Los menos pesimistas piensan que ello puede ocurrir en 2021.
Dada la dependencia económica de nuestro país con EU, la incertidumbre sobre su desempeño será factor determinante no sólo tratándose del comportamiento de IED sino de la inversión privada nacional. Y esta condición seguirá afectando de manera particular a BC, aun cuando se ratifique el T-MEC.
Las políticas que adopte en los próximos meses el gobierno del Presidente Andrés Manuel López Obrador será factor primordial para apuntalar la confianza de inversionistas y consumidores. El gobierno de Bonilla puede abonar o restar a ello. Lamentablemente, a la fecha representa una incógnita. Más, cuando los recursos de inversión Identificados en el Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF) 2020 para el Estado que reporta el Centro de Estudios de las Finanzas Públicas (CEFP), muestra una caída considerable al contemplar únicamente 453 millones de pesos para el próximo año, una contracción de poco más de 92% al compararse con lo aprobado en 2019 (5.6 mil millones de pesos).
En este entorno, la perspectiva económica para BC no es halagüeña. A menos que el gobierno federal autorice recursos extraordinarios para proyectos de inversión en infraestructura y saneamiento de las finanzas públicas, lo más que se puede esperar es un resultado similar al que se obtenga este año. Mientras, crucemos los dedos para que EU “no sufra otro catarrito”.