¿Caerá la Inversión en México?

Monitor Económico de Baja California
Viernes, 1 de Marzo de 2019

Algunos comentaristas, articulistas, hombres de negocios y, en general, opositores al régimen de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) sostienen que la falta de claridad en cuanto al rumbo que tomará el país en los próximos años, traerá consigo una caída drástica de la inversión privada, tanto nacional como extranjera. Añaden que la meta de crecimiento fijada en 4% como promedio anual durante el sexenio no es realista e incluso, no falta quienes afirmen que la economía puede llegar a estar igual de mal que la de Venezuela, opinión que considero a todas luces sin fundamento y exagerada.

El posicionamiento anterior se vio reforzado por la reducción que hizo a finales del mes pasado la calificadora Fitch Ratings al perfil crediticio de Pemex a largo plazo, de “BBB+” a “BBB-“, con perspectiva negativa, hecho que la ubica cerca de perder el grado de inversión.

Las medidas anunciadas por el Ejecutivo un día antes para aligerar la carga financiera a la paraestatal no fueron suficiente para evitar la decisión. Y si bien no es la primera vez que la evaluación de la petrolera se reduce, en esta ocasión llama la atención la persistencia con la que algunos la utilizan para especular sobre una inminente disminución a la calificación soberana de nuestro país. Esto sí sería de mayores consecuencias, pues tendría que destinarse más al pago de intereses que generan los pasivos gubernamentales, con lo que habría menos recursos para el ejercicio presupuestal. A la vez, repercutiría en mayores costos para empresas y consumidores, aunque opino que estamos lejos de que ocurra.

Es innegable que hoy día las economías compiten entre sí para atraer capitales extranjeros y mantener los nacionales. También, que las opiniones emitidas por las calificadoras juegan un papel preponderante en este proceso. No obstante, la decisión de qué, cómo, cuándo y dónde invertir recae exclusivamente en los agentes económicos quienes, a su vez, toman en cuenta múltiples factores.

Las variables que determinan la toma de decisiones tienen que ver con el acontecer en el ámbito nacional e internacional, entre éstos: las tasas de interés, la trayectoria de crecimiento económico en el país de origen y destino, la competitividad, el tamaño del mercado objetivo , la competencia, la confianza y expectativas de inversionistas y consumidores, la disponibilidad de financiamiento, la oferta de mano de obra especializada, la productividad laboral, el recurso y costo de energías, las medidas regulatorias, las políticas fiscales, la inflación, el estado de derecho, la seguridad pública, el rendimiento esperado de las inversiones, entre muchos otros.

En este contexto, los movimientos de capital para inversión física o especulativa responden al peso que asigna cada agente a las condiciones prevalecientes. Y si bien las políticas económicas gubernamentales pueden constituir un aliciente o un freno, mientras no sean del todo contrarias o perjudiciales al interés de los inversionistas, éstos decidirán en base a otros factores de riesgo.

AMLO adoptó como eje central de su gobierno combatir la corrupción, la desigualdad y la inseguridad, elementos que explican su triunfo electoral ante el descontento generalizado. Si bien se ha mitigado la probabilidad de un estallido social, las condiciones siguen presentes por lo que el peligro no ha desaparecido del todo.

A los inversionistas no les conviene un clima adverso como el que padecemos hoy día. La confrontación que hemos visto entre comunidades y empresas mineras, generadoras de energía eléctrica, concesionarias de gasoductos, petroleras, ferrocarrileras, entre muchos otras, puede crecer y desbordarse en la medida que se desatienda las causas. De aquí que todo lo que se haga en aras de resolver esta problemática, aún con los múltiples inconvenientes como ha sido el generado por el combate al huachicoleo, será positivo para la inversión en el mediano y largo plazos. En otras palabras, al capital privado no le conviene que este gobierno fracase, sino que triunfe en su afán de mejorar la estabilidad política y social del país. Con ello, alcanzar una meta de crecimiento del PIB igual o superior al 4%.

Las discrepancias entre AMLO y los grupos empresariales más importantes del país tarde o temprano habrán de limarse, pues ninguno puede prescindir del otro. De hecho, les conviene trabajar juntos sin que ello signifique renunciar a sus respectivos intereses. No olvidar que el capital busca que le garanticen la obtención de ganancias y los gobiernos crear condiciones para que haya mayor crecimiento económico que, a la vez, aumente el bienestar y reparta a cada uno lo que le corresponde. Este animo explica la creación del Consejo para el Fomento a la Inversión, el Empleo y Crecimiento Económico, mismo que nació con la invitación del AMLO a personajes del empresariado nacional el pasado mes de noviembre.  Busca crear los lazos necesarios entre gobierno e IP para promover la actividad económica y el empleo en el país.

Por las razones anteriores, no percibo en el horizonte una caída drástica de la inversión en México. Lo que advierto es la reducción de la pública, producto del arranque de toda nueva administración y la reconfiguración de los programas de apoyo social. También, mayor cautela de los inversionistas privados como consecuencia de la desaceleración marginal de la economía mundial, particularmente la de EUA. Esto afectará los flujos de la IED no sólo a México sino al resto de América Latina, entre otros. La guerra comercial de nuestro vecino del norte con China, el Brexit y la desaceleración económica de algunas economías emergentes pueden acentuar este comportamiento y consecuentemente tener efectos adicionales para el país, sin que ello implique llevarlos al plano negativo.

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