Morena y la 4ª Transformación

Monitor Económico de Baja California
Viernes, 25 de Enero de 2019

El proceso de selección de candidatos a los diferentes cargos que habrán de disputarse en las elecciones locales de BC este año, parece dar la razón a quienes señalan que el cambio que ofrece Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) es para que las cosas sigan igual.

Hace unos días el partido de AMLO, el Verde Ecologista (PV), del Trabajo (PT) y Transformemos, formalizaron ante el Instituto Estatal Electoral (IEE) la coalición Juntos Haremos Historia para contender en las elecciones locales de este año. Ahí mismo se anunció que, con dicha alianza, se invalidaban las convocatorias internas para selección de candidatos de los cuatro partidos. Se informó también que todas las municipalidades serán para Morena, mientras que a los otros partidos les corresponderá una de las 17 diputaciones de mayoría y otras posiciones en cada gobierno municipal.

El delegado de Morena en la entidad, Leonel Godoy, confirmó que Jaime Bonilla será candidato de unidad para gobernador, pues “las encuestas” lo situaron por encima de otros personajes.

Al respecto, la senadora Alejandra León Gastélum rechazó que Bonilla fuera candidato de unidad. Lo consideró producto de la “dedocracia”. Y añadió: “Un candidato de la democracia y de la unidad es alguien que acepta la apertura a las propuestas de precandidaturas…” seguido de la opinión que Morena debe revisar lo que está haciendo. Lamentó que los procedimientos de selección de candidatos se asemejen a los que realizaban los partidos políticos tradicionales, cuando hay el compromiso de eliminar dichas prácticas.

La inconformidad entre otros morenistas se evidenció en Tijuana. Esta semana, cientos de simpatizantes protestaron a las afueras de la oficina del instituto político para exigir que se abra el proceso de elección de contendientes. Acusaron que no sólo se impuso la candidatura de Bonilla, sino que sus allegados acapararán los espacios para presidencias municipales y diputaciones locales.

Poco antes, Marina del Pilar Ávila, diputada federal de Morena con apenas 4 meses en el cargo, “aceptó” ser la candidata para contender por la alcaldía de Mexicali.

En mi opinión, es imposible lograr transformar al país para bien si no cambia el sistema político que nos rige. Uno que garantice democracia al interior de los partidos y siente las bases para que quienes aspiren a gobernarnos, sean personas preparadas, comprometidas y honestas.

Urge un régimen que acabe con el dedazo y los chapulinazos. Termine con el reparto de puestos en la administración pública, cual si fuera botín para los militantes partidistas. Condicione la entrega de recursos públicos para el sostenimiento de los partidos en base a votos obtenidos, asignando montos razonables y bajo la estricta rendición de cuentas. Nombre a los representantes plurinominales de entre quienes participan en las elecciones y no por disposición de las cúpulas partidistas. Regrese al principio de no reelección. Deje en claro que la función de los legisladores es emitir leyes y no repartir apoyos sociales. Y ponga candados para evitar el uso discrecional de los recursos presupuestales, entre muchas otras medidas.

El combate a la corrupción y la impunidad tiene que enfocarse a depurar a las lacras que pululan en la vida política nacional. La mayoría de éstos son delincuentes instrumentales, igual o más peligrosos que aquellos tipificados como criminales. Sus actos tienen repercusiones sociales que van más allá de la reparación de daños que contemplan las leyes.

Los políticos corruptos no sólo exigen moches. Algunos protegen o forman parte del crimen organizado, facilitan el lavado de dinero y están detrás del huachicoleo. Evaden legislar sobre temas que le urgen al país para no afectar intereses y cuando lo hacen, es para favorecer al mejor postor. La lista de sus infracciones es larga y lo peor, es que este tipo de personajes son quienes controlan a los partidos políticos.

La 4ta transformación debe reconocer la grave situación que prevalece y enfocarse a impulsar cambios de fondo para resolver la problemática. Cumplir el compromiso de “barrer las escaleras de arriba para abajo” y dejar con ello, un legado promisorio a las generaciones futuras. No hacerlo significará otra simulación que, tarde o temprano, nos llevará a otro fracaso.

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