Tasas de interés al alza

La Voz de la Frontera
Martes, 2 de Octubre de 2018

El pasado 28 de septiembre, la Reserva Federal de los Estados Unidos (Fed) aumentó por tercera ocasión en lo que va del año la tasa efectiva de los fondos federales, misma que utilizan los bancos para sus operaciones entre ellos.

Como resultado, las tasas se incrementaron un cuarto de punto porcentual para ubicarse en un rango de 2 a 2.25%, su mayor nivel en 10 años.

El aumento era previsto dado el dinamismo que ha registrado la economía norteamericana.

De acuerdo con las últimas cifras, el Producto Interno Bruto (PIB) proyectado es 3% para 2018, cifra superior a la de 2.2% en 2017.

El mercado aguarda otro aumento en la reunión de diciembre. Asimismo, prevé que el año entrante continúe el incremento gradual mediante 3 revisiones. Con esto, las tasas cerrarían en un rango de 2.25 a 2.5% en 2018 y en 3 a 3.25% en 2019, de continuar la expansión económica como hasta ahora.

La decisión no sólo afecta a los consumidores norteamericanos, sino a los mercados internacionales de capital y commodities. Especialmente, a las economías emergentes al darse un efecto por revaluación del dólar y encarecimiento del servicio de la deuda.

La Junta de Gobierno del Banco de México se reunirá este jueves y decidirá el curso a seguir. Dado el repunte de la inflación en el país y el comportamiento del dólar, lo más probable es que opte por elevar la tasa objetivo en igual porcentaje que la Fed. Así, pasaría de 7.75 a 8.0%, su tercer incremento en el año y su nivel más elevado desde enero de 2009. No es aventurado esperar una tasa de 8.25% al final del año.

Para 2019, la autoridad mexicana seguirá presionada a seguir aumentando la tasa objetivo ante la perspectiva que ofrece la Fed. Para el gobierno entrante, el comportamiento en los mercados internacionales y su efecto previsto en el nacional no son buena señal. Por un lado, se encarece el servicio de la deuda, lo que deja menores recursos disponibles para ejercer el gasto y la inversión pública y, por otro, restringe la llegada de capitales extranjeros. En pocas palabras, se convierten en inhibidores del crecimiento económico, lo que seguramente se reflejará en resultados menos favorables en el primer año de operación.

Para las empresas habrá mayores costos financieros y, por ende, precios al alza para los consumidores. Todo esto acompañado de dificultades adicionales para acceder al crédito.

Las instituciones financieras elevarán el costo de los préstamos, especialmente para aquellos sujetos a tasa variable como las tarjetas de crédito y otros. Igualmente, para los destinados a bienes duraderos (como automóviles, refrigeradores, estufas, etc.) e hipotecarios.

En este contexto, los consumidores optarán por reducir compras con lo que habrá menor actividad económica. La buena noticia es que ello se reflejará en un avance menor de los precios, es decir, menos inflación. Para los inversionistas y ahorradores, el efecto resultará positivo al darles mayores rendimientos en sus inversiones financieras.

Si contempla utilizar crédito, tome en consideración la tendencia al alza de las tasas de interés. Asegúrese contar con margen suficiente para cubrir sus obligaciones ante un panorama que le exigirá en un año cubrir de uno a uno y medio por ciento más de intereses a los que prevalecen ahora.