¿Fuga masiva de burócratas?
La Voz de la Frontera
Martes, 25 de Septiembre de 2018
Una de las políticas del gobierno de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) sigue provocando reacciones. Se trata de la reducción de los sueldos de la alta burocracia y la imposición de que ningún funcionario podrá ganar más que él, cuyo salario será de 108 mil pesos brutos mensuales.
Cerca de 54 mil funcionarios de nivel medio y superior verán reducidos sus ingresos, mientras el ahorro para el gobierno será de casi 38 mil millones de pesos anuales. Esto, sin contar lo que surja por el recorte de plazas en todos los niveles de confianza.
Desde Vicente Fox, muchos exigimos acabar con el dispendio de recursos destinados al pago de la alta burocracia, sin que lográramos avance alguno. AMLO lo tomó como bandera y fue una de las razones que le dieron el triunfo. De aquí que no pueda haber marcha atrás en esta decisión.
No obstante, algunos advierten de una migración sustancial de burócratas hacia el sector privado, especialmente de aquellos con la experiencia para que el gobierno opere normalmente. Otros hacen recuento de los efectos que se pueden dar sobre el consumo de bienes y servicios, así como del cumplimiento de obligaciones financieras.
La Comisión Nacional para la Protección y Defensa de los Usuarios de Servicios Financieros (Condusef) estimó que el ajuste salarial impactará la morosidad de los créditos. Así, el hipotecario podría pasar de 2.8 a 11.6%, el automotriz de 3.8 a 25.9% y el de tarjeta de crédito de 5.4 a 6%.
La industria restaurantera -al igual que otras relacionadas al esparcimiento- están preocupadas también por la baja salarial, pues impactará a su demanda. Si bien algunas actividades económicas pueden resultar adversamente afectadas, la economía en su conjunto no. Y es que la reorientación del gasto en este caso sólo impactará en el corto plazo.
En mi opinión, la reducción salarial no tendrá efectos mayores sobre la operatividad del gobierno federal como algunos piensan. Primero: Porque los niveles actuales de eficacia y eficiencia en la mayoría de las dependencias no sólo dejan mucho qué desear, sino que resulta difícil imaginar que puedan caer más.
Segundo, porque los niveles de desempleo entre profesionistas en el país son mayúsculos, lo que se traduce en que haya filas de personas altamente capacitadas dispuestas a cubrir todos y cada uno de los cargos que existen en el gobierno, no sólo con el 50% del nivel salarial actual, sino con menos incluso. Y me atrevo a añadir, muchos cuentan con mejores cualidades técnicas y morales para ello.
Tercero: Veo difícil -si no imposible- que el sector privado tenga espacio para acoger a todos aquellos que dejarán las altas esferas del gobierno. No obstante, en los casos de excepción, seguramente se aprovecharían las circunstancias de mercado para ofrecer sueldos menores a los que predominan actualmente.
La verdad: El sector público en México está sobredimensionado. Urge adelgazarlo y someterlo a una reingeniería. La política de austeridad requiere tiempo para rendir frutos. Seguramente se cometerán errores, pero bien vale la pena correr riesgos. Las cosas no pueden seguir igual. Tiene que haber cambio, aunque ello signifique la fuga masiva de burócratas.
Martes, 25 de Septiembre de 2018
Una de las políticas del gobierno de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) sigue provocando reacciones. Se trata de la reducción de los sueldos de la alta burocracia y la imposición de que ningún funcionario podrá ganar más que él, cuyo salario será de 108 mil pesos brutos mensuales.
Cerca de 54 mil funcionarios de nivel medio y superior verán reducidos sus ingresos, mientras el ahorro para el gobierno será de casi 38 mil millones de pesos anuales. Esto, sin contar lo que surja por el recorte de plazas en todos los niveles de confianza.
Desde Vicente Fox, muchos exigimos acabar con el dispendio de recursos destinados al pago de la alta burocracia, sin que lográramos avance alguno. AMLO lo tomó como bandera y fue una de las razones que le dieron el triunfo. De aquí que no pueda haber marcha atrás en esta decisión.
No obstante, algunos advierten de una migración sustancial de burócratas hacia el sector privado, especialmente de aquellos con la experiencia para que el gobierno opere normalmente. Otros hacen recuento de los efectos que se pueden dar sobre el consumo de bienes y servicios, así como del cumplimiento de obligaciones financieras.
La Comisión Nacional para la Protección y Defensa de los Usuarios de Servicios Financieros (Condusef) estimó que el ajuste salarial impactará la morosidad de los créditos. Así, el hipotecario podría pasar de 2.8 a 11.6%, el automotriz de 3.8 a 25.9% y el de tarjeta de crédito de 5.4 a 6%.
La industria restaurantera -al igual que otras relacionadas al esparcimiento- están preocupadas también por la baja salarial, pues impactará a su demanda. Si bien algunas actividades económicas pueden resultar adversamente afectadas, la economía en su conjunto no. Y es que la reorientación del gasto en este caso sólo impactará en el corto plazo.
En mi opinión, la reducción salarial no tendrá efectos mayores sobre la operatividad del gobierno federal como algunos piensan. Primero: Porque los niveles actuales de eficacia y eficiencia en la mayoría de las dependencias no sólo dejan mucho qué desear, sino que resulta difícil imaginar que puedan caer más.
Segundo, porque los niveles de desempleo entre profesionistas en el país son mayúsculos, lo que se traduce en que haya filas de personas altamente capacitadas dispuestas a cubrir todos y cada uno de los cargos que existen en el gobierno, no sólo con el 50% del nivel salarial actual, sino con menos incluso. Y me atrevo a añadir, muchos cuentan con mejores cualidades técnicas y morales para ello.
Tercero: Veo difícil -si no imposible- que el sector privado tenga espacio para acoger a todos aquellos que dejarán las altas esferas del gobierno. No obstante, en los casos de excepción, seguramente se aprovecharían las circunstancias de mercado para ofrecer sueldos menores a los que predominan actualmente.
La verdad: El sector público en México está sobredimensionado. Urge adelgazarlo y someterlo a una reingeniería. La política de austeridad requiere tiempo para rendir frutos. Seguramente se cometerán errores, pero bien vale la pena correr riesgos. Las cosas no pueden seguir igual. Tiene que haber cambio, aunque ello signifique la fuga masiva de burócratas.