¿Acuerdo trilateral o bilateral? de cualquier forma perdimos
Monitor Económico de Baja California
Jueves, 30 de Agosto de 2018
Algunos han tendido las campanas al vuelo ante el anuncio este lunes, de que se llegó a un acuerdo de entendimiento con los Estados Unidos de América (EUA) en materia de libre comercio.
En mi opinión no hay nada que celebrar y sí, mucho que cuestionar.
Desde que inició el proceso de renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), el gobierno de Enrique Peña Nieto (EPN) ha dado muestras de incompetencia, incongruencia y deshonestidad.
La invitación y recibimiento que se le hizo a Donald Trump, siendo aún candidato a la presidencia de EUA, ilustra lo primero, mientras que aceptar un acuerdo bilateral en principio, cuando antes y a lo largo de las negociaciones se dijo que lo más conveniente para el país era mantener el acuerdo trilateral, es muestra de lo segundo.
Y como prueba de lo último, están los pronunciamientos emitidos en relación con las rondas de negociación, cuyo análisis cronológico revela que ha habido intención de mantener engañada a la opinión pública. Y la prueba está en las múltiples ocasiones en que los medios internacionales proporcionaron más información que nuestro gobierno, sin que por ello se argumentara que hubo violaciones al acuerdo de confidencialidad entre las partes, pretexto que siempre se ha utilizado para guardar reserva.
Muchos temíamos que, si no se finalizaban con tiempo las negociaciones del TLCAN, conforme se acercara el fin de mandato de la administración de EPN, esto podría convertirse en un factor político que repercutiera en tomar decisiones precipitadas. El acuerdo de entendimiento y sus resultados, así como el haber marginado a Canadá, confirma que nuestra inquietud tenía fundamento.
Los pronunciamientos hechos por algunos a favor de firmar lo antes posible un pacto, ya sea bilateral o trilateral, a efecto de mandar un mensaje de certidumbre a los mercados, así como tener un buen cierre para la administración actual y un buen inicio para la siguiente, son argumentos simplistas e irresponsables. Resulta inaceptable poner en la balanza el futuro de generaciones, a cambio de la “tranquilidad” a corto plazo de los inversionistas.
El objetivo de todo gobierno deber ser contribuir al bienestar de la sociedad y no trabajar para la imagen de los políticos o el ajustarse a los tiempos de los especuladores. En este caso, aplica la frase de Séneca que dice: “No llega antes el que va más rápido, sino el que sabe dónde va”.
En este contexto, es triste que el gobierno de EPN se haya prestado a la estrategia de “divide y vencerás”. Con ello, no solo le proporcionó a Trump elementos para presionar a Canadá a aceptar un acuerdo en los próximos días (so pena de dar por finalizado el TLCAN) sino que, contribuye a fortalecerlo políticamente por segunda ocasión, en momentos que más lo necesita.
Lo peor es que el sacrificio mexicano se dio a cambio de poco. Y, para colmo, con una nueva arremetida de Trump diciendo que “México pagará finalmente por el muro”, a pregunta que le formularon al respecto a sólo unas horas de haberse anunciado el entendimiento.
No se sabe la reacción que tendrá Canadá, pero representantes de Senado de EUA han señalado que, a la fecha, Trump sólo tiene autorización para renegociar el TLCAN y no acuerdos bilaterales. De ahí que si Trudeau no comulga con las condiciones establecidas en el acuerdo México-EUA, las negociaciones podrían llevar más tiempo a menos que el mandatario estadounidense decidiera cancelarlo.
Analistas de BBVA reconocen que “No se trata de un acuerdo idóneo, pero dadas las condiciones, parece el mejor acuerdo posible.” En particular, dado “que un escenario alternativo y probable podría haber sido la imposición de un arancel de 25% a las importaciones de automóviles mexicanos o la cancelación del TLCAN.”
A reserva de conocer más detalles, para el sector automotriz el contenido regional pasa de 62.5% a 75%, porcentaje menor a la propuesta original de 85% de EUA. Se introduce una nueva regla que requiere que del 40 al 45% de las piezas de un automóvil sean manufacturadas en donde la mano de obra obtenga salarios de al menos 16 dólares la hora. Esta medida afecta únicamente a México, en dónde se pagan 8 dólares la hora en comparación con 29 dólares la hora para EUA y Canadá.
Desaparece la cláusula sunset o de extinción que buscaba terminar automáticamente el acuerdo en caso de que alguna de las partes no confirmara su adhesión tras un periodo de revisión cada 5 años, sustituyéndose por una con vigencia de 16 años, con revisiones cada 6 años a partir del año 2024. Aunque se afirme lo contrario, en la práctica esto significa que habrá que repasar cada 6 años un camino tortuoso similar al que experimentamos hoy.
Se retira la cláusula de estacionalidad para el sector agrícola, aunque ambos países se comprometieron a mantenerlo abierto, lo que minimiza la posibilidad de que alguno aplique subsidios.
Muy preocupante es que se elimina el mecanismo vigente de resolución de controversias. Con ello se pone en riesgo a la economía mexicana, pues las disputas serán dirimidas en instancias judiciales norteamericanas.
También que se haya incluido al sector energético, pues con ello se pierde soberanía. No hay que olvidar que ha sido uno de los puntos más controversiales en el ambiente político mexicano, junto con la reforma educativa.
Con estos resultados, tengo reservas sobre si la incorporación de Jesús Seade Kuri como representante de AMLO en las negociaciones de Tratado fue una acción acertada, como muchos afirman. En especial, después de que el día 23 del mes en curso asegurara a los medios de comunicación que la cláusula “sunset” quedaría fuera, no sin antes aclarar que en español se le llama cláusula de extinción, término que dijo ser la primera vez que escuchaba.
Si la aclaración anterior fue producto de un desliz no hay problema, pero si fue consecuencia de no estar enterado que el término surgió desde agosto del año pasado cuando representantes EUA refirieron que buscarían incorporar dicha disposición en las negociaciones, entonces hay fundamento para dudar.
Falta ver como transcurren en los próximos días las negociaciones con la incorporación de Canadá. Pero al margen de ello, la conclusión es que perdimos. El gobierno de EPN se rindió ante las presiones de Trump. Aceptó prácticamente todo aquello que, a lo largo de un año, nos aseguró que no era negociable. Con esto, no parece que su credibilidad tenga espacio para caer más. ¿O sí?
Jueves, 30 de Agosto de 2018
Algunos han tendido las campanas al vuelo ante el anuncio este lunes, de que se llegó a un acuerdo de entendimiento con los Estados Unidos de América (EUA) en materia de libre comercio.
En mi opinión no hay nada que celebrar y sí, mucho que cuestionar.
Desde que inició el proceso de renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), el gobierno de Enrique Peña Nieto (EPN) ha dado muestras de incompetencia, incongruencia y deshonestidad.
La invitación y recibimiento que se le hizo a Donald Trump, siendo aún candidato a la presidencia de EUA, ilustra lo primero, mientras que aceptar un acuerdo bilateral en principio, cuando antes y a lo largo de las negociaciones se dijo que lo más conveniente para el país era mantener el acuerdo trilateral, es muestra de lo segundo.
Y como prueba de lo último, están los pronunciamientos emitidos en relación con las rondas de negociación, cuyo análisis cronológico revela que ha habido intención de mantener engañada a la opinión pública. Y la prueba está en las múltiples ocasiones en que los medios internacionales proporcionaron más información que nuestro gobierno, sin que por ello se argumentara que hubo violaciones al acuerdo de confidencialidad entre las partes, pretexto que siempre se ha utilizado para guardar reserva.
Muchos temíamos que, si no se finalizaban con tiempo las negociaciones del TLCAN, conforme se acercara el fin de mandato de la administración de EPN, esto podría convertirse en un factor político que repercutiera en tomar decisiones precipitadas. El acuerdo de entendimiento y sus resultados, así como el haber marginado a Canadá, confirma que nuestra inquietud tenía fundamento.
Los pronunciamientos hechos por algunos a favor de firmar lo antes posible un pacto, ya sea bilateral o trilateral, a efecto de mandar un mensaje de certidumbre a los mercados, así como tener un buen cierre para la administración actual y un buen inicio para la siguiente, son argumentos simplistas e irresponsables. Resulta inaceptable poner en la balanza el futuro de generaciones, a cambio de la “tranquilidad” a corto plazo de los inversionistas.
El objetivo de todo gobierno deber ser contribuir al bienestar de la sociedad y no trabajar para la imagen de los políticos o el ajustarse a los tiempos de los especuladores. En este caso, aplica la frase de Séneca que dice: “No llega antes el que va más rápido, sino el que sabe dónde va”.
En este contexto, es triste que el gobierno de EPN se haya prestado a la estrategia de “divide y vencerás”. Con ello, no solo le proporcionó a Trump elementos para presionar a Canadá a aceptar un acuerdo en los próximos días (so pena de dar por finalizado el TLCAN) sino que, contribuye a fortalecerlo políticamente por segunda ocasión, en momentos que más lo necesita.
Lo peor es que el sacrificio mexicano se dio a cambio de poco. Y, para colmo, con una nueva arremetida de Trump diciendo que “México pagará finalmente por el muro”, a pregunta que le formularon al respecto a sólo unas horas de haberse anunciado el entendimiento.
No se sabe la reacción que tendrá Canadá, pero representantes de Senado de EUA han señalado que, a la fecha, Trump sólo tiene autorización para renegociar el TLCAN y no acuerdos bilaterales. De ahí que si Trudeau no comulga con las condiciones establecidas en el acuerdo México-EUA, las negociaciones podrían llevar más tiempo a menos que el mandatario estadounidense decidiera cancelarlo.
Analistas de BBVA reconocen que “No se trata de un acuerdo idóneo, pero dadas las condiciones, parece el mejor acuerdo posible.” En particular, dado “que un escenario alternativo y probable podría haber sido la imposición de un arancel de 25% a las importaciones de automóviles mexicanos o la cancelación del TLCAN.”
A reserva de conocer más detalles, para el sector automotriz el contenido regional pasa de 62.5% a 75%, porcentaje menor a la propuesta original de 85% de EUA. Se introduce una nueva regla que requiere que del 40 al 45% de las piezas de un automóvil sean manufacturadas en donde la mano de obra obtenga salarios de al menos 16 dólares la hora. Esta medida afecta únicamente a México, en dónde se pagan 8 dólares la hora en comparación con 29 dólares la hora para EUA y Canadá.
Desaparece la cláusula sunset o de extinción que buscaba terminar automáticamente el acuerdo en caso de que alguna de las partes no confirmara su adhesión tras un periodo de revisión cada 5 años, sustituyéndose por una con vigencia de 16 años, con revisiones cada 6 años a partir del año 2024. Aunque se afirme lo contrario, en la práctica esto significa que habrá que repasar cada 6 años un camino tortuoso similar al que experimentamos hoy.
Se retira la cláusula de estacionalidad para el sector agrícola, aunque ambos países se comprometieron a mantenerlo abierto, lo que minimiza la posibilidad de que alguno aplique subsidios.
Muy preocupante es que se elimina el mecanismo vigente de resolución de controversias. Con ello se pone en riesgo a la economía mexicana, pues las disputas serán dirimidas en instancias judiciales norteamericanas.
También que se haya incluido al sector energético, pues con ello se pierde soberanía. No hay que olvidar que ha sido uno de los puntos más controversiales en el ambiente político mexicano, junto con la reforma educativa.
Con estos resultados, tengo reservas sobre si la incorporación de Jesús Seade Kuri como representante de AMLO en las negociaciones de Tratado fue una acción acertada, como muchos afirman. En especial, después de que el día 23 del mes en curso asegurara a los medios de comunicación que la cláusula “sunset” quedaría fuera, no sin antes aclarar que en español se le llama cláusula de extinción, término que dijo ser la primera vez que escuchaba.
Si la aclaración anterior fue producto de un desliz no hay problema, pero si fue consecuencia de no estar enterado que el término surgió desde agosto del año pasado cuando representantes EUA refirieron que buscarían incorporar dicha disposición en las negociaciones, entonces hay fundamento para dudar.
Falta ver como transcurren en los próximos días las negociaciones con la incorporación de Canadá. Pero al margen de ello, la conclusión es que perdimos. El gobierno de EPN se rindió ante las presiones de Trump. Aceptó prácticamente todo aquello que, a lo largo de un año, nos aseguró que no era negociable. Con esto, no parece que su credibilidad tenga espacio para caer más. ¿O sí?