La estrategia de AMLO
La Voz de la Frontera
Martes, 24 de Julio de 2018
Es un hecho que Andrés Manuel López Obrador(AMLO), virtual presidente electo, va a transformar al país. Para ello deberá cumplir muchas de las promesas de campaña. Esas que buscan dar respuesta al hartazgo social contra la corrupción y la impunidad, razón principal de su triunfo.
Pero no será sencillo. Son muchos los intereses en contra. No sólo los que emanan de enemigos políticos, sino los que hay entre sus propios adherentes.
La inusual actividad emprendida para dar a conocer algunas de las políticas que se implementarán a partir del primero de diciembre, tiene perplejos a unos y disgustados a otros. Los primeros, porque ha roto con la tradición de guardar sana distancia con la administración en turno y, los segundos, porque les advierte de la pérdida de privilegios. Y en ambos casos, por asumir un papel protagónico que habitualmente debería adjudicarse hasta recibir la banda presidencial. Pero hay que decirlo: No vivimos tiempos normales.
Las reacciones no se han hecho esperar. Por doquier se hacen cuestionamientos que buscan restarle popularidad y legitimidad a su mandato. Las declaraciones contradictorias de quienes formarán parte de su gabinete no ayudan. No obstante, lejos de minar la voluntad social, refuerzan la esperanza de que habrá mejoría para la mayoría. Así lo indica una encuesta de Consulta Mitofsky hecha diez días después de la elección, donde seis de cada 10 mexicanos creen que la situación mejorará en el corto plazo.
En mi opinión, el anunciar precipitadamente muchas de las acciones que se llevarán a cabo inmediatamente al arranque de la nueva administración, si bien marca una usanza sin precedente, lleva doble objetivo. Por un lado atajar cualquier acción por parte del gobierno de Peña Nieto que pudiera ser contraria a las políticas que se divulgan y, por otra, asegurar que quienes tengan la corresponsabilidad de implementar el cambio no vacilen ante cualquier presión para modificarlo o detenerlo.
Muchos dan por hecho que todos los cambios que proponga “El Peje” serán aprobados por las cámaras legislativas en automático, al tener Morena mayoría absoluta. No coincido con este punto de vista, pues si bien la generalidad de sus integrantes debe el cargo al líder de partido, no son un conjunto homogéneo. Ideológicamente hay moderados y extremistas. Lo mismo de derecha que de izquierda. Algunos son nuevos al quehacer político -sin compromisos partidista- mientras que otros emanan de la vieja clase política, aquella distinguida por sus excesos, moches y, en general, por ser fiel representantes de la corrupción y la impunidad.
AMLO no tiene garantizada la lealtad de estos últimos y lo sabe.
Al dar a conocer anticipadamente los cambios que requieren la aprobación del Congreso -como son los de austeridad presupuestal, por ejemplo- no sólo se previene contra posibles traiciones entre sus propios correligionarios, sino que marca la raya para que no haya contratiempos en su agenda de transformación.
La amenaza de “soltar al tigre” si bien la utilizó en referencia a un posible fraude electoral, tiene acepción también contra aquellos que pudieran dar la espalda a la voluntad popular. Ese fue el mensaje a gobernadores, alcaldes y diputados electos de la coalición Juntos Haremos Historia, cuando el pasado día 11 de los corrientes “les leyó la cartilla” en sentido que no permitirá actos de corrupción, a la vez de solicitarles apegarse al plan de austeridad republicana.
No es aventurado pensar que muchos de esos personajes buscarán soslayar los compromisos de su líder y seguir, como siempre, disfrutando de las prebendas del poder. El tabasqueño tiene ante sí un gran reto: Cuidarse de propios y extraños. Pero al parecer tiene presente a Maquiavelo, quien en su tratado de política “El Príncipe” escribe: “Nada grandioso fue jamás conseguido sin peligro”. Y a William Shakespeare que refiere: “La confianza abre el camino a la conspiración”.
En mi opinión, AMLO ha dado muestras de un conocimiento sobre política que va más allá del mérito que le dieron sus detractores. Con todas sus fallas y aciertos, al poner anticipadamente sobre la mesa políticas de gran controversia, ha dejado poco margen de maniobra a sus opositores. Guste o no, les ganó el primer round poselectoral en una de tantas batallas que están por venir.
El nivel de triunfo dependerá de la profundidad y alcance que tengan los ajustes legislativos que precedan a su toma de protesta. Veremos.
Martes, 24 de Julio de 2018
Es un hecho que Andrés Manuel López Obrador(AMLO), virtual presidente electo, va a transformar al país. Para ello deberá cumplir muchas de las promesas de campaña. Esas que buscan dar respuesta al hartazgo social contra la corrupción y la impunidad, razón principal de su triunfo.
Pero no será sencillo. Son muchos los intereses en contra. No sólo los que emanan de enemigos políticos, sino los que hay entre sus propios adherentes.
La inusual actividad emprendida para dar a conocer algunas de las políticas que se implementarán a partir del primero de diciembre, tiene perplejos a unos y disgustados a otros. Los primeros, porque ha roto con la tradición de guardar sana distancia con la administración en turno y, los segundos, porque les advierte de la pérdida de privilegios. Y en ambos casos, por asumir un papel protagónico que habitualmente debería adjudicarse hasta recibir la banda presidencial. Pero hay que decirlo: No vivimos tiempos normales.
Las reacciones no se han hecho esperar. Por doquier se hacen cuestionamientos que buscan restarle popularidad y legitimidad a su mandato. Las declaraciones contradictorias de quienes formarán parte de su gabinete no ayudan. No obstante, lejos de minar la voluntad social, refuerzan la esperanza de que habrá mejoría para la mayoría. Así lo indica una encuesta de Consulta Mitofsky hecha diez días después de la elección, donde seis de cada 10 mexicanos creen que la situación mejorará en el corto plazo.
En mi opinión, el anunciar precipitadamente muchas de las acciones que se llevarán a cabo inmediatamente al arranque de la nueva administración, si bien marca una usanza sin precedente, lleva doble objetivo. Por un lado atajar cualquier acción por parte del gobierno de Peña Nieto que pudiera ser contraria a las políticas que se divulgan y, por otra, asegurar que quienes tengan la corresponsabilidad de implementar el cambio no vacilen ante cualquier presión para modificarlo o detenerlo.
Muchos dan por hecho que todos los cambios que proponga “El Peje” serán aprobados por las cámaras legislativas en automático, al tener Morena mayoría absoluta. No coincido con este punto de vista, pues si bien la generalidad de sus integrantes debe el cargo al líder de partido, no son un conjunto homogéneo. Ideológicamente hay moderados y extremistas. Lo mismo de derecha que de izquierda. Algunos son nuevos al quehacer político -sin compromisos partidista- mientras que otros emanan de la vieja clase política, aquella distinguida por sus excesos, moches y, en general, por ser fiel representantes de la corrupción y la impunidad.
AMLO no tiene garantizada la lealtad de estos últimos y lo sabe.
Al dar a conocer anticipadamente los cambios que requieren la aprobación del Congreso -como son los de austeridad presupuestal, por ejemplo- no sólo se previene contra posibles traiciones entre sus propios correligionarios, sino que marca la raya para que no haya contratiempos en su agenda de transformación.
La amenaza de “soltar al tigre” si bien la utilizó en referencia a un posible fraude electoral, tiene acepción también contra aquellos que pudieran dar la espalda a la voluntad popular. Ese fue el mensaje a gobernadores, alcaldes y diputados electos de la coalición Juntos Haremos Historia, cuando el pasado día 11 de los corrientes “les leyó la cartilla” en sentido que no permitirá actos de corrupción, a la vez de solicitarles apegarse al plan de austeridad republicana.
No es aventurado pensar que muchos de esos personajes buscarán soslayar los compromisos de su líder y seguir, como siempre, disfrutando de las prebendas del poder. El tabasqueño tiene ante sí un gran reto: Cuidarse de propios y extraños. Pero al parecer tiene presente a Maquiavelo, quien en su tratado de política “El Príncipe” escribe: “Nada grandioso fue jamás conseguido sin peligro”. Y a William Shakespeare que refiere: “La confianza abre el camino a la conspiración”.
En mi opinión, AMLO ha dado muestras de un conocimiento sobre política que va más allá del mérito que le dieron sus detractores. Con todas sus fallas y aciertos, al poner anticipadamente sobre la mesa políticas de gran controversia, ha dejado poco margen de maniobra a sus opositores. Guste o no, les ganó el primer round poselectoral en una de tantas batallas que están por venir.
El nivel de triunfo dependerá de la profundidad y alcance que tengan los ajustes legislativos que precedan a su toma de protesta. Veremos.