¿Qué Haría México sin las Remesas?
La Voz de la Frontera
Martes, 17 de Abril de 2018
En 2017 nuestro país alcanzó una cifra récord al recibir 28 mil 771 millones de dólares provenientes de envíos que hacen los connacionales en el exterior. La cifra fue 6.6% superior a la reportada en 2016.
El incremento en este renglón fue producto por una parte de la mejoría que registró la economía de los Estados Unidos (EU), situación que se tradujo en mayores oportunidades de empleo para los trabajadores mexicanos que residen en ese país y, por otra, al temor de ser deportados ante el refuerzo de la política antinmigrante del presidente Donald Trump, lo que ha fomentado su propensión a ahorrar, ante la expectativa de una reducción en su ingreso permanente.
Las entradas por este concepto en 2017 casi igualaron a las provenientes por Inversión Extranjera Directa (IED), misma que sumó 29 mil 695 millones de dólares. Superaron a las de exportación de petróleo crudo por mucho, pues éstas apenas alcanzaron 19 mil 930 millones de dólares. Y fueron mayores también a las de turismo extranjero, actividad que aportó 21 mil 333 millones de dólares.
Así, desde hace varios años las remesas se han convertido en una de las principales actividades contribuyentes de divisas, lo que implicaría tener serios problemas en caso de que nuestro vecino del norte cumpliera su objetivo de acabar con la inmigración ilegal en un futuro cercano.
Las remesas no sólo asisten al equilibrio de la cuenta corriente, sino que han sido factor primordial para evitar un estallido social. La cifra de remesas del año pasado, al convertirse a moneda nacional, representó cerca de 544 mil 345 millones de pesos. Para tener idea de lo que su magnitud significa, basta decir que los 14 programas de ayuda que aplica el gobierno federal a través de la Secretaría de Desarrollo Social tuvieron un presupuesto cercano a 97 mil millones de pesos en 2017, es decir, el equivalente a casi una sexta parte de los envíos de los connacionales en el extranjero.
Otra manera de apreciar la importancia de las remesas es verlo en términos de su equivalencia a número de empleos. Así, se tiene que el importe de 2017 fue semejante al que recibirían más de 18 millones de trabajadores con salario mínimo (SM). Esta cifra es más del doble de los casi 8 millones que tiene actualmente registrados el Instituto Mexicano del Seguro Social con SM.
De acuerdo con diversas investigaciones, el grueso de las remesas sirve para complementar el gasto de las familias. Y los usos que se da al dinero -por orden de importancia- son para la compra de comida y vestido, pago de deudas, compra de vehículo, adquirir una vivienda, atender la salud, abrir un negocio y otros.
Los 10 Estados más beneficiados en 2017 fueron: Michoacán 10.2%, Jalisco 9.7%, Guanajuato 8.9%, Estado de México 5.8%, Puebla 5.4%, Oaxaca 5.1%, Guerrero 5%, Distrito Federal 4.6%, Veracruz 4.1% y San Luis Potosí 3.6%.
En 2016, el número de mexicanos en EU, según el Pew Research Center, representaban 11.3 millones de personas. La población total de México en ese año, según proyecciones del Consejo Nacional de Población, fue de poco más de 122 millones. Si se suman ambas cifras, se tiene que -de no ser por esa emigración - la población sería de 133.5 millones. Así, se tiene que el 8.5% de los habitantes ha dejado el país básicamente por falta de oportunidades de trabajo y bienestar. Y si bien se habla muy poco de este éxodo, está claro que es reflejo de políticas económicas fallidas que se han seguido por décadas, por más que se diga lo contrario.
En el contexto anterior, es obvio que México sería un país muy distinto de no ser por las remesas que recibe de los EU, principalmente. En mi opinión, al actuar éstas como válvula de escape, fueron factor de incidencia opuesta al interés de la mayoría. Y es que, al darse un incremento de las carencias sociales en ausencia de dichos ingresos, las exigencias habrían obligado -desde hace mucho- a llevar a cabo el cambio profundo que se demanda hoy.
Martes, 17 de Abril de 2018
En 2017 nuestro país alcanzó una cifra récord al recibir 28 mil 771 millones de dólares provenientes de envíos que hacen los connacionales en el exterior. La cifra fue 6.6% superior a la reportada en 2016.
El incremento en este renglón fue producto por una parte de la mejoría que registró la economía de los Estados Unidos (EU), situación que se tradujo en mayores oportunidades de empleo para los trabajadores mexicanos que residen en ese país y, por otra, al temor de ser deportados ante el refuerzo de la política antinmigrante del presidente Donald Trump, lo que ha fomentado su propensión a ahorrar, ante la expectativa de una reducción en su ingreso permanente.
Las entradas por este concepto en 2017 casi igualaron a las provenientes por Inversión Extranjera Directa (IED), misma que sumó 29 mil 695 millones de dólares. Superaron a las de exportación de petróleo crudo por mucho, pues éstas apenas alcanzaron 19 mil 930 millones de dólares. Y fueron mayores también a las de turismo extranjero, actividad que aportó 21 mil 333 millones de dólares.
Así, desde hace varios años las remesas se han convertido en una de las principales actividades contribuyentes de divisas, lo que implicaría tener serios problemas en caso de que nuestro vecino del norte cumpliera su objetivo de acabar con la inmigración ilegal en un futuro cercano.
Las remesas no sólo asisten al equilibrio de la cuenta corriente, sino que han sido factor primordial para evitar un estallido social. La cifra de remesas del año pasado, al convertirse a moneda nacional, representó cerca de 544 mil 345 millones de pesos. Para tener idea de lo que su magnitud significa, basta decir que los 14 programas de ayuda que aplica el gobierno federal a través de la Secretaría de Desarrollo Social tuvieron un presupuesto cercano a 97 mil millones de pesos en 2017, es decir, el equivalente a casi una sexta parte de los envíos de los connacionales en el extranjero.
Otra manera de apreciar la importancia de las remesas es verlo en términos de su equivalencia a número de empleos. Así, se tiene que el importe de 2017 fue semejante al que recibirían más de 18 millones de trabajadores con salario mínimo (SM). Esta cifra es más del doble de los casi 8 millones que tiene actualmente registrados el Instituto Mexicano del Seguro Social con SM.
De acuerdo con diversas investigaciones, el grueso de las remesas sirve para complementar el gasto de las familias. Y los usos que se da al dinero -por orden de importancia- son para la compra de comida y vestido, pago de deudas, compra de vehículo, adquirir una vivienda, atender la salud, abrir un negocio y otros.
Los 10 Estados más beneficiados en 2017 fueron: Michoacán 10.2%, Jalisco 9.7%, Guanajuato 8.9%, Estado de México 5.8%, Puebla 5.4%, Oaxaca 5.1%, Guerrero 5%, Distrito Federal 4.6%, Veracruz 4.1% y San Luis Potosí 3.6%.
En 2016, el número de mexicanos en EU, según el Pew Research Center, representaban 11.3 millones de personas. La población total de México en ese año, según proyecciones del Consejo Nacional de Población, fue de poco más de 122 millones. Si se suman ambas cifras, se tiene que -de no ser por esa emigración - la población sería de 133.5 millones. Así, se tiene que el 8.5% de los habitantes ha dejado el país básicamente por falta de oportunidades de trabajo y bienestar. Y si bien se habla muy poco de este éxodo, está claro que es reflejo de políticas económicas fallidas que se han seguido por décadas, por más que se diga lo contrario.
En el contexto anterior, es obvio que México sería un país muy distinto de no ser por las remesas que recibe de los EU, principalmente. En mi opinión, al actuar éstas como válvula de escape, fueron factor de incidencia opuesta al interés de la mayoría. Y es que, al darse un incremento de las carencias sociales en ausencia de dichos ingresos, las exigencias habrían obligado -desde hace mucho- a llevar a cabo el cambio profundo que se demanda hoy.