Lo Bueno y lo Malo del Aumento al Salario Mínimo

La Voz de la Frontera
Martes 5 de Diciembre de 2017

La Comisión Nacional de los Salarios Mínimos (CONASAMI) determinó hace unos días que a partir del 1 de diciembre próximo el salario mínimo (SM) en el país será de $88.36 pesos diarios. Nuevamente se recurrió al procedimiento de integrar el aumento con dos componentes. Primero, se utilizó el llamado Monto Independiente de Recuperación (MIR), el cual consiste en agregar una cantidad fija de $5.00 pesos al SM vigente de $80.04 pesos. Segundo, al resultado de la operación anterior se le agregó el 3.9% para que de manera anticipada se recupere la inflación esperada en 2018. Así, el incremento combinado es de 10.4%.

Se estima que el aumento beneficiará a cerca de 1.3 millones de trabajadores asalariados de tiempo completo que reciben el SM. Cabe destacar que los mínimos profesionales se convienen también, pero únicamente con un incremento de 3.9%.

Como es de esperarse, los ajustes traerán efectos positivos y negativos.

Por el lado bueno se espera que los trabajadores sujetos al SM continúen por el camino de una recuperación gradual del poder adquisitivo que se perdió a lo largo de décadas y que ello no afecte la inflación.

Por el lado negativo hay diversos factores que hay que destacar. El incremento fue menor a la propuesta de algunos organismos empresariales consistente en elevar el SM a $92.76 pesos diarios para que los trabajadores pudieran alcanzar lo que se denomina la Línea de Bienestar. Habrá que esperar al 30 de abril de 2018 a más tardar, para ver si la CONASAMI hace el ajuste necesario para lograr dicha meta.

En mi opinión, hacer la revisión a partir de diciembre fue en mal momento. Y es que, si bien se argumenta que el incremento no tendrá efectos inflacionarios, lo más probable es que sí los tenga.

Desde que surgió el llamado “Buen Fin”, allá en 2011, muchos establecimientos “ajustan” sus precios en fechas previas al acontecimiento, lo que da lugar a promociones sobre “precios inflados”.  Esto es posible porque en diciembre los trabajadores reciben ingresos extraordinarios producto de los aguinaldos y las cajas de ahorro. Asimismo, por las múltiples invitaciones que hacen las instituciones financieras para que los tarjetahabientes aprovechen las gangas con diferimiento de pagos.

En el contexto anterior, buena parte de la llamada “cuesta de enero” se ha trasladado a los meses de cierre de año, con lo que el aumento salarial de diciembre servirá para estimular la tendencia de precios al alza. De aquí que hubiera sido más conveniente aplicar la revisión entre julio y octubre, cuando la COPARMEX propuso fijarlo acorde a la Línea de Bienestar.

El gobierno federal debe estar consciente de lo anterior, lo que implica que no cede respecto a mantener una política de contención salarial. Así, le sigue apostando a un modelo de crecimiento en base a las exportaciones y no a un mercado interno fuerte y vigoroso. Y lo peor es que podría estar jugando con fuego, pues podríamos retornar a los tiempos de crecimiento económico con inflación.

El aplicar por segunda ocasión el mecanismo de ajuste MIR al SM representa una mala noticia para quienes perciben salarios mínimos profesionales, pues significa que hay acuerdo implícito para desaparecerlos.

Los jubilados y pensionados del IMSS y el ISSSTE no se beneficiarán del aumento al SM. Deberán esperar hasta febrero para recibir los ajustes en base al Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC) del 2017 (alrededor de 6.5%). Esto implica que sus ingresos seguirán disminuyendo en términos de número de SM.

En general, el haber hecho un ajuste anticipado al SM es un descalabro para el Banco de México, pues significa que falló en su tarea primordial que es contener la inflación. Mas no está solo, lo acompaña el gobierno federal que no escuchó las voces de aquellos que advertimos que las alzas a los combustibles, aunado a un gasto corriente desmedido, provocarían inflación.

Las malas decisiones abundan y todo indica que continuarán. Al combinarse con la corrupción y la impunidad, los que terminan pagando son los trabajadores y sus familias.